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Budismo tibetano

Longchenpa (1308-1363), un célebre erudito y maestro de la tradición Nyingma del budismo tibetano, dedicó su vida y obra a una profunda exploración de la naturaleza de la mente a través del concepto de rigpa.
Este término central se refiere a la conciencia primordia o la naturaleza última de la mente, una experiencia de conciencia pura y no-dual que trasciende las divisiones y dualidades de la existencia ordinaria.
Para Longchenpa, rigpa no es una mera percepción ni un estado mental común, sino la esencia de la realidad última, una conciencia fundamental que es originariamente pura, incondicionada e inmutable.
Esta pureza es a menudo comparada con un cielo claro e ilimitado, donde los pensamientos y emociones son como nubes pasajeras, que aparecen y desaparecen sin afectar la vastedad de la conciencia en sí.
En sus numerosos escritos, Longchenpa describe rigpa como un estado de claridad espontánea y natural, un modo de conciencia despierta que es libre de construcciones mentales y permanece intacto frente a los apegos y las identificaciones que generan sufrimiento.
Él enfatiza que rigpa no es algo que deba alcanzarse o crearse, sino algo que debe ser reconocido y estabilizado. Según él, la mente de cada ser humano es fundamentalmente rigpa, pero esta naturaleza pura se encuentra velada por el pensamiento conceptual, las emociones conflictivas y la ilusión de un yo separado.
En otras palabras, no somos conscientes de rigpa debido al dominio de la ignorancia y la tendencia habitual a identificar el yo con pensamientos, emociones y el cuerpo.
Longchenpa alienta a los practicantes a trascender estas limitaciones conceptuales mediante la práctica meditativa, la cual describe como un medio para reconocer en lugar de producir este estado de conciencia despierta.
Para él, la meditación es un retorno a esta claridad interior, donde el practicante aprende gradualmente a liberarse de los velos del ego y de los condicionamientos.
En esta perspectiva, la no-dualidad significa no solo la disolución de la separación entre uno mismo y los demás, sino también el borrado de la frontera entre sujeto y objeto, entre el observador y lo observado.
En el estado de rigpa, la conciencia y el contenido de la conciencia no se perciben como dos realidades distintas, sino como una unidad fluida e inseparable.
Longchenpa también enseña que rigpa es inseparable de la compasión y del amor universal, ya que en esta visión no-dual, el sufrimiento de los demás se percibe como el propio.
Lo que surge de la experiencia de rigpa es una compasión natural y espontánea, que no proviene de un cálculo intelectual, sino del reconocimiento de la profunda interdependencia y unidad de toda vida.
Esta comprensión conduce a un estado de despertar completo, donde uno realiza que la naturaleza de la mente es intrínsecamente libre, luminosa e inseparable de la realidad absoluta.
Para Longchenpa, vivir en rigpa implica una apertura continua a una experiencia ininterrumpida de paz, alegría y compasión, que no depende de circunstancias externas sino del reconocimiento directo de la naturaleza despierta de la mente.
En última instancia, la contribución de Longchenpa a la tradición Nyingma reside en sus enseñanzas accesibles y poéticas sobre rigpa, en las que insiste en que esta conciencia primordial ya está presente en cada persona.
Él proporciona instrucciones precisas para desplegar rigpa en la vida cotidiana, invitando a los practicantes a despertar a esta realidad no-dual y a descubrir en sí mismos una fuente ilimitada de sabiduría y compasión.
A través de este proceso de despertar, cada momento de vida se convierte en una oportunidad para profundizar esta comprensión y manifestar la naturaleza última de la mente en cada interacción y cada acto.



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